También se reunirá con asesores muy cercanos al líder de Podemos, Pablo Iglesias, que lo conocen hace años. Unidas Podemos es una fuerza con fuertes lazos con el régimen de Venezuela -en España incluso se ha escrito largamente que fue financiada en sus inicios por Hugo Chávez-. Pero en ese mundo también hay dirigentes que provienen del más moderado PT de Lula, acaso el tipo de compañías que esté buscando Alberto. Sin embargo, Zapatero es de la política española probablemente el dirigente que de manera más explícita aún hoy defiende a Nicolás Maduro, que según comentan en Madrid lo ha agasajado con vuelos en aviones privados y otras comodidades, durante sus fallidos intentos por mediar en la crisis venezolana.

Marco Enríquez-Ominami es un personaje central en los lazos internacionales de Alberto Fernández y su cercanía al peronista anticipa una relación compleja con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, amigo personal de Macri. En Madrid, Alberto se reunirá con Zapatero y dirigentes de Podemos, ambas expresiones con buenos vínculos con el régimen chavista.

En principio se comentaba que Alberto Fernández podría viajar acompañado de Felipe González, que suena para canciller, al igual que Jorge Argüello. Pero esto no está confirmado. Si ya se sabe que lo acompañará Miguel Cuberos, un dirigente vinculado a Mar del Plata muy cercano a Amado Boudou durante su paso por Economía, que en el 2018 se sumó al Grupo Callao, el semillero albertista.

Luego de su paso por la gestión Cuberos se dedicó a producir espectáculos y tendría una obra de teatro montada en Madrid.

Para organizar la visita, que por ahora no tiene agendado ningún encuentro oficial en la Moncloa, lo ayudó Santiago Comadira, un randazzista propietario de la agencia de marketing Sherpa Comunicación, que además coordina el Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político de la universidad que visitará Alberto.

Colaboraron también en la organización de la visita, su amigo el ex candidato presidencial chileno Marco Enriquez-Ominami, el empresario Xavier Cazaubón y dirigentes claves de Podemos.

Ominami es un personaje central en los lazos internacionales de Alberto Fernández y su cercanía al peronista anticipa una relación compleja con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, amigo personal de Macri. Si Alberto Fernández no tiene al menos reservado un encuentro privado con Iván Redondo, el cerebro político del presidente Pedro Sánchez, su aterrizaje en la política española no parece el mejor. Zapatero tiene una historia zigzagueante con Sánchez y no es muy bien recordado por loes españoles que le siguen cargando buena parte de la severa crisis económica que enfrentó la península y que recién empezó a encontrar una ruta de salida bajo la gestión de Mariano Rajoy.

Alberto quizás podría consultar al ex embajador Carlos Bettini para que le arme un café con su amigo Felipe González, pero de nuevo, sin un encuentro con Redondo lo único que lograría es alejar a Sánchez, muy enfrentado con el viejo líder socialista, de quien burlonamente suele decir: "Ya no es Dios, en el 82 si lo era".

La distancia de AMLO

El segundo viaje que planea Alberto Fernández es a México. El candidato peronista se ha cansado de enviarle señales de acercamiento a López Obrador, al igual que Cristina Kirchner. Lo ven como un líder capaz de integrar un bloque más orientado hacia la izquierda que balancee el peso del eje Trump-Bolsonaro en la región.

Sin embargo, hasta ahora López Obrador no ha mostrado interés en asumir ese liderazgo regional que buena parte de la izquierda del continente insiste en asignarle. Muy poco entusiasta de los asuntos internacionales, AMLO cedió el manejo de esa área a su canciller Marcelo Ebrard.

El ex alcalde de México es un amigo personal de Mauricio Macri, que representa el ala más moderada de Morena, el partido de López Obrador.

Fuentes cercanas a Ebrard confirmaron a LPO que hasta ahora no han recibido ningún contacto por parte de Alberto Fernández y anticiparon que en cualquier caso la cancillería mexicana mantendrá su política actual que se basa en "evitar sumarnos a cualquier tipo de bloque político".

"La definición de Ebrard es establecer relaciones bilaterales con todos los países y no sumarnos a bloques ideológicos", explicó la fuente consultada a LPO. Luego del aplastante triunfo de Alberto en las PASO, López Obrador fue consultado sobre su lectura de las elecciones argentinas en una de sus célebres conferencias de prensa "mañaneras". La respuesta no pudo ser más fría: "Estoy enterado, pero no opinamos", afirmó. Alberto Fernández dijo que adoptará hacia Venezuela la política de neutralidad de López Obrador, lo que marca una distancia interesante respecto al apoyo blindado del kirchnerismo al régimen chavista.

La Cancillería de México participa desde atrás de las negociaciones entre Maduro y la oposición que lidera Juan Guaidó, instrumentadas por Noruega. Pero en la torre ubicada frente a la Alameda central de la Ciudad de México se hacen pocas ilusiones de este proceso. "Va a fracasar", es la frase contundente.

La negociación gira en torno a la posibilidad de convocar a elecciones presidenciales, pero el eje Trump-Guaidó quiere que se realicen con Maduro fuera del poder y el presidente venezolano no está dispuesto a aceptar ese requisito. "Trump-Guaidó no aceptaron nuestra propuesta de ir generando una ruta de concesiones mutuas que vayan desescalando el conflicto. Ellos quieren que renuncie Maduro o nada", explicaron a LPO fuentes de la cancillería mexicana. Es impactante ver como desde la cercanía de México a Washington se naturaliza al líder de la oposición venezolana casi como un funcionario más de la Casa Blanca.

Todo indica así que el recorrido internacional de un eventual gobierno a cargo de Alberto Fernández, por más esfuerzos que haga, no podrá eludir a Trump y el conflicto venezolano. Trump está detrás de Bolsonaro, del FMI y de Guaidó. Y México no parece tener resto para ayudar al peronista. "No vamos a permitir que se venezualice nuestra política internacional", fue la definición de la gente de Ebradrd.

López Obrador ya tiene bastante con evitar que alguna mañana Trump se despierte de malhumor por el conflicto migratorio y con un tuit imponga aranceles y derribe el T-Mec (ex NAFTA), que todavía aguarda su ratificación por el Capitolio.