"En los próximos meses podría observarse una dinámica de precios mayoristas por encima del 4% ante la continuidad en la emisión monetaria (recordar que diciembre presenta una fuerte estacionalidad en el gasto) y una posible aceleración del ritmo devaluatorio", evaluó Jorge Neyro de ACM Consultora.
Sin embargo, en el Gobierno no ven lugar a una aceleración inflacionaria sostenida. Básicamente porque los dos grandes "drivers" de la inflación, ingresos y dólar, seguirán relantivamente quietos hasta al menos terminar el verano: los salarios con la pandemia quedaron atrasados, las jubilaciones y las asignaciones también quedarán rezagadas; y al dólar apuntan a tenerlo agarrado hasta al menos el cierre de un acuerdo con el Fondo Monetario.
Además, Guzmán se propuso desandar parte de la emisión monetaria cancelando Adelantos Transitorios de Banco Central, lo que si bien no resuelve el excedente de pesos en el mercado, sí complementa los esfuerzos de esterilización de Pesce y pone límite a la base monetaria que hasta octubre no dejó de crecer.
El tercer acelerador de la inflación, las tarifas, también seguirá congelado. Es más, las tarifas que Darío Martínez dijo que se empezarían a actualizar en enero ya recibieron su primera postergación. Esta semana Alberto Fernández les corrió la fecha para marzo: "A partir de marzo vamos a discutir cómo se corrigen las tarifas", dijo este miércoles a C5N evidenciando la necesidad de evitar que se acumulen demasiados aumentos en un mismo mes.
Sin embargo, los precios mayoristas -que venían detrás de los minoristas- ya aceleraron en base a las expectativas de mayores costos de reposición, a la suba de los combustibles y también de los precios de algunos commodities agrícolas como la soja. A la vez, los costos financieros crecientes siguen presionando sobre las estructuras de costos, mientras se suman los aumentos de bienes estacionales y la inflación reprimida de los precios regulados también asoma en las expectativas y se traduce en faltantes. Por eso, para muchos economistas los precios se van a desbocar hacia un nuevo escalón inflacionario que supere el 5% mensual. Y esto va a ralentizar la recuperación.
En un esquema en el que solo quienes aumenten los precios por encima de la tasa de política monetaria pueden sostener sus márgenes de ganancia sin asfixiar a proveedores ni pisar salarios, y en un contexto de tasas activas de corto plazo arriba del 60%, no hay espacio para recuperar el uso de la capacidad instalada e invertir. Los incentivos quedan invertidos desde el punto de vista de la producción, en un tradicional escenario de estanflación.